Este viaje fue para pasar Navidad con
Eduardo, un hermano de Marcela que vive en Río Gallegos. Lo organizamos
para coincidir con los padres de ella y así poder juntarnos unos pocos. Salimos
de Buenos Aires en avión y llegamos a Río Gallegos donde nos estaba esperando
él con sus hijos.
Pronto Eduardo nos organizó excursiones para
conocer la Patagonia. La primera fue ir a pescar truchas a ríos totalmente solitarios, la
verdad es que toda la Patagonia es solitaria. He querido pegar la prueba de que
pesqué, y que se vea el tamaño de la trucha para que no me llamen mentiroso. Y
hay que decir que Eduardo también pescó.
Otro día fuimos a visitar una estancia típica
patagónica, donde nos recibió el dueño, un inglés, presidente de la
Confederación Gaucha Argentina, que se esforzaba para mantener una conversación
en castellano. También nos acercamos hasta las playas y pudimos ver varios lobos de
mar y pingüinos.
Otra excursión donde participamos todos fue ir
hasta el Glaciar Perito Moreno. Alquilamos una furgoneta y llegamos hasta el pueblito de El Calafate.
De ahí nos llevaron hasta el Glaciar. Hay que
reconocer que es impresionante, y que las fotos no pueden dar idea de la
magnitud de esa pared de hielo que avanza, se pierde noción de la escala.
Desde el mirador construido enfrente de la pared,
se observa cómo avanza hacia uno ese hielo de millones de años y se escucha el
estruendo que produce cada bloque que cae al agua.
Hicimos la excursión en barco, que rodea el
glaciar y van cayendo los trozos de hielo alrededor de uno, y luego pudimos
escalar el glaciar. Te proveen de unos zapatos con grampones
y un pequeño hacha de escalador, y recorres por arriba el hielo y puedes
observar los agujeros y ver los efectos de la luz sobre el hielo, que logran
unos colores azules inexplicables.
Cuando terminó la excursión, nos esperaban unas
botellas de champagne escondidas dentro del hielo con unos chocolates para
entrar en calor.
Luego nos acercamos hasta una playa donde pudimos
tocar el agua y recoger un trozo de hielo milenario, como diría el padre de
Marcela. Lástima que no lo pudimos llevar de recuerdo porque se derritió.
Otra excursión que quisimos hacer, fue ir
hasta Ushuaia, la ciudad más austral del mundo. Volamos desde Río Gallegos con Kaiken Líneas Aéreas y allí fuimos a una agencia de viajes para contratar
excursiones en barco y localizar un hotel.
Fuimos a conocer la cárcel del fin del mundo, hoy
transformada en museo, el Parque Nacional La Pataia,
y anduvimos en barco por el estrecho de Magallanes, visitamos loberas donde
estaban todos los Lobos de Mar esperando a que le sacáramos fotos.
Al llegar al hotel recibimos la llamada de mi
prima Adriana, que vive en Ushuaia y no veía desde que era pequeño, que se
enteró que estábamos en la ciudad por ser amiga de la agencia de viajes.
El regreso a Río gallegos fue un poco más típico,
ya que la avioneta de Kaiken estaba averiada, así que
nos embarcaron en un viejo avión de la Fuerza Aérea Argentina, donde durante el
viaje pudimos ver el Sol de Media noche.
Pasamos el 24 de diciembre en compañía de los
padres de Marcela, Eduardo y su familia, con los cuales quedamos encantados y
agradecidos por cómo nos atendieron.
El viaje a Santa Fe, ya fue por Aerolíneas
Argentinas, que también perdimos el vuelo, pero esta vez por culpa nuestra.
Viaje a las Cataratas
del Iguazú.