Para todo el mundo Pamplona es sinónimo de
los San Fermines y de Toros, corridas, encierros,
etc.
Todos los años
del 7 al julio son los famosos encierros. Pero los San Fermines
son mucho más que los encierros, son unas
fiestas donde se llenan, y repito se llena, la ciudad de turistas, sobre todos
americanos.
Desde que
Hemingway escribió sobre ellos es como que los americanos y canadienses fueran
los dueños de las fiestas.
Como sabíamos que
es imposible conseguir hotel por la zona, ya que la capacidad hotelera es de 28.000 plazas y llegan más
de 300.000 turistas, salimos de Oviedo el 6 de julio del 2.001, y dormimos en
Logroño, a 100 Km de Pamplona, y al otro día madrugamos y llegamos a las 7 de
la mañana para ver los famosos encierros.
Lo que nos
encontramos, luego de pasar tiempo buscando dónde dejar el coche, fue una masa
de gente compacta moviéndose, que te arrastraba donde ella quería. Compramos
los pañuelos rojos para el cuello, y con la camiseta blanca, ya estábamos
disfrazados de “Pamplonicos”
Estaban todos sin
haberse acostado del día anterior, los Pubs y Bares no cierran, están abiertos
las 24 hs, y la gente sigue tomando y bailando las 24
hs hasta que cae en alguna plaza bajo un
árbol, y luego sigue así toda la semana.
El recorrido de
los toros es de 850 m y va por varias calles del casco antiguo de la ciudad. En
algunas, las mismas casas hacen de límite y en otras más anchas, colocan una
doble pared de madera, y en su interior están los servicios de urgencia.
Es decir que para
ver la corrida lo mejor sería desde un balcón o en casa por la TV. En total
largan 12 toros, 6 bravos y 6 mansos, y tras ellos van los criadores, y delante
de ellos algunos “mozos”, que son los que verdaderamente saben corren y lo hacen todos los años, se preparan, y es un
rito para ellos, y cientos y cientos de turistas borrachos sin dormir que van
tocando el toro, cosa que no debe hacerse, o se ponen delante de él, y molestan
a los que realmente saben correr.
Nosotros intentamos acercarnos lo más
posible a las vallas de contención, pero la masa no nos dejó. Solo quedamos en
tercer o cuarta fila, así que de la corrida poco vimos, solo gente pasar
corriendo y gritando, el resto lo vimos a la noche por TV.
Luego de la
corrida, que empieza a las 8 en punto con un Txupinazo
(Cohete) y dura solo 3 minutos, se termina en la Plaza de Toros, donde la gente puede
entrar a torear libremente a los toros mansos, los cuales muchas veces te dan
lástima y deseas que cuernee a más de un borracho.
Por la tarde ya
comienzan las procesiones religiosas, donde no va nadie y las procesiones de bandas de música y de
los Gigantes y Cabezudos, que como es más turístico, la gente se une a ellos.
Luego de conocer
esta fiesta, que teníamos ganas hace años de ver, regresamos a Logroño, ciudad
mucho más tranquila, y con un casco antiguo lleno de bares típicos, donde se
puede tomar el verdadero vino “Rioja” con unas tapas típicas de cada bar.