El viaje a
Holanda y Bélgica se organizó rápido, en el festivo largo del 6 y 8 de
diciembre del 2.000.
Viajamos por KLM hasta Ámsterdam, y ahí
alquilamos un coche, un Ford KA que se dejó llevar por la grúa y luego hubo que
ir a buscar a la Policía. (Salió más cara la multa que el
alquiler)
Holanda debe ser
unos de los países más bonitos y cosmopolitas de Europa. Es un país donde uno
nunca se sentirá extranjero, ya que son todos extranjeros. Es el país de las
libertades y donde nadie se mete con nadie.
Ámsterdam conserva el estilo y
construcción del siglo XVII, circulan más de 400.000 bicicletas, y todo está
preparado para ellas. Navegar por sus canales y contemplar la ciudad a cualquier
hora, es una experiencia única.
No dejamos de
visitar los principales museos, como el Van Gogh Museum
y el Rijksmuseum, la casa de Anne
Frank, y meternos en el mercado a comprar quesos. Lástima que en diciembre no
estaba el mercado de flores.
Paseamos por la plaza Dam,
cuna de los hippies de los años 70 y por la noche salimos a tomar unas buenas
cervezas holandesas por Leidseplein y Rembrandtplein, sin dejar de pasar a echar un vistazo por la Zona Roja.
Con el coche
pudimos recorrer los pueblos de los alrededores como Edam, Marken
and Volendam, y acercarnos hasta la costa y observar
el funcionamiento de las esclusas para el paso de los barcos.
Y atravesar
innumerables pueblitos y ver los típicos molinos de viento que aún siguen
funcionando.
Tampoco quisimos
dejar de conocer Rótterdam, la cual pensábamos que
sería solo puerto, pero nos encontramos con una
ciudad moderna, con rascacielos, y museos, además de los cientos de kilómetro
de puerto.
Con el coche
luego nos fuimos hasta Bélgica a recorrer Bruselas y la hermosa Brujas.
Continuar el viaje
por Belgica